Una década en Turquía no ha servido para erradicar los prejuicios de la sociedad turca contra los refugiados sirios. Al contrario: conforme se acercan las elecciones de 2023, la animadversión va en aumento, observan muchos sirios que se consideraban hasta ahora bien acogidos.
"En el transporte público a veces se enfadan conmigo porque hablo árabe, me dicen que hable turco, pero yo no sé turco.
Es solo desde hace dos o tres meses, antes nunca tuve problemas", dice a Efe el carpintero Hesham Ghazal, de 61 años, que lleva desde 2014 en Turquía.