El activista marroquí Hassan Ammari cruzó desiertos en Níger y recorrió el camino por donde transita el tren "La Bestia" en México codo con codo con los migrantes y sus familias. Sufrió con ellos, como uno más, las rutas migratorias más mortíferas y peligrosas África y Latinoamérica, donde vio diferencias que le llevaron a plantear que los países africanos tienen mucho que aprender del otro lado del Atlántico.
Funcionario municipal de 52 años, Ammari dedicó casi treinta años a la defensa de la causa migratoria en Oujda, ciudad marroquí fronteriza con Argelia que pasó a ser desde los años noventa una encrucijada de migrantes magrebíes y subsaharianos que desean llegar a Europa, tanto por vía terrestre por la ciudad norteafricana española de Melilla (a poco más de 100 kilómetros de Oujda) o por el Mediterráneo.