El cielo, como si el rumor y las noticias viajaran entre las nubes, pareció entender la preocupación y el miedo británico a perder a su reino. Tronó y descargó agua con rabia y melancolía, al tiempo que miles de personas se acercaban a las verjas del Palacio de Buckingham mientras se conocía el fallecimiento de Isabel II.
“Es mi reina, la única que he tenido”, manifestó uno de los curiosos que paseaba por los alrededores del palacio real, donde la monarca apareció durante el Jubileo para éxtasis de su país.