El 26 de julio de 1947, cuando el presidente estadounidense Harry S. Truman ratificó la Ley de Seguridad Nacional, abrió la puerta a la creación de la Agencia Nacional de Inteligencia (CIA) y con ella posibilitó 75 años de espionaje rodeados también de mitos y conspiración.
Esa normativa tardó dos meses en entrar en vigor y sentó la base del que se convertiría en el mayor y más poderoso servicio de inteligencia del mundo, que tomó a su vez el testigo de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS).