La caótica retirada hace un año de Estados Unidos en Afganistán dañó la credibilidad del Gobierno de Joe Biden, que busca mantener su influencia en el tablero internacional mientras se le acumulan los frentes abiertos: la lucha contra el terrorismo, la rivalidad con China y la guerra de Ucrania.
Biden había prometido que Kabul no sería otro Saigón, pero el apresurado repliegue de Afganistán, concluido el 31 de agosto ante el imprevisto y fugaz avance de los talibanes, se pareció mucho al fin de la guerra del Vietnam.