El gobernador de Florida, Ron DeSantis, una estrella ascendente entre los republicanos a falta de dos años para las elecciones presidenciales, empieza a molestar a Donald Trump, que ya ha arremetido contra su antiguo ahijado político, sin que ninguno haya desvelado todavía si peleará por la nominación.
Cada uno, por el momento, tiene la vista en las elecciones de medio término que se celebrarán en noviembre de este año, para la que el expresidente presta su influyente voz a favor de determinados aspirantes a gobernadores o legisladores estatales, en especial para los que se definen como sus fervientes admiradores.