
Cientos de niños rohinyás huérfanos o no acompañados crecen con un futuro incierto en los campamentos de refugiados de Bangladesh desde hace cinco años, cuando se vieron obligados a cruzar la frontera para escapar de la represión del Ejército de Birmania (Myanmar) hacia esta minoría.
La rohinyá Ayesha Bibi, de 11 años, es una de estos menores.
La madre de Bibi murió cuando la niña era pequeña y de su padre no saben nada desde que huyó del país en 2017 con su tío materno. A menudo se entristece al pensar en él, aunque su recuerdo es vago.