Centenares de personas de todo el mundo llegan diariamente a la Plaza del Obradoiro, meta del Camino de Santiago - la ruta española de peregrinación cristiana más popular - y, además de hacerse fotos o de descansar en el suelo del largo recorrido, muchos optan por comer algo o beber algo sin saber que la normativa lo prohíbe.
La prohibición municipal, que imita la de Florencia (Italia), tiene como objetivo proteger la emblemática plaza de la ciudad gallega de Santiago de Compostela, un bien Patrimonio de la Humanidad en cuyo recinto se encuentra la catedral que alberga los restos del Apóstol y el Ayuntamiento, para evitar la suciedad y prácticas como las reuniones de jóvenes para beber, conocidas como 'botellones'.