Cerca de Manaos, en los márgenes del río Amazonas, la selva se entremezcla con iglesias evangélicas, cabezas de búfalo y cultivos. Aquí, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, aún conserva un apoyo importante entre una población más preocupada con mejorar sus vidas que con el medioambiente.
"Si dependiera de mi voto, Bolsonaro ya estaría elegido", afirma a Efe Sebastiao Cortez desde su finca en Paraná da Eva, a unas dos horas en lancha rápida de Manaos.